la pedrera (I)

El extraterrestre hablaba como un porteño

-Chicas, ¿me prestan cuchillo y tenedor? Ah, y unas ramitas...

Nosotras dijimos que las ramitas no, que juntara solito, pero se hizo el bobo. Con eso de "soy extraterrestre" trataba de currarnos.

La nave era blanca, con el techo rojo y el piso azul. Se parecía torpemente a una carpa. Y los extraterrestres se parecían torpemente a un par de torpes.

Desconfiábamos de sus intenciones con nuestros cubiertos; pero ya se los habíamos prestado, y no había caso.

Un rato después, empezó a tronar. Nosotras no nos habíamos preparado para la lluvia y mientras corríamos de un lado a otro enredadas en cuerdas y toldo, aparecieron, saliendo de la oscuridad (porque el supuesto fuego que iban a hacer nunca prendió, claro), pareciendo torpemente borrachos.

-¿Y esto cómo se llama?

-Lona, toldo, qué se yo.

-¿Y dicen que se viene en serio?

Dios estaba jugando a las maquinitas, por lo que parecía el cielo a esa altura.

-Y... parece.

-Pah, se vinieron re preparadas estas chicas...

...

-Sí, nosotros no trajimos ni sobretecho.

-¿Trajeron algo, aparte de sus cuerpos?

El extraterrestre pareció desconfiar un segundo. ¿Cuerpos? ¿Qué había querido decir? ¿Los había descubierto, a pesar de sus disfraces de peludos bohemios acampando?

...

La tormenta había estallado completamente. Menudo orgasmo estaba teniendo alguien. Entre truenos y agua cayendo sentimos voces...

...cerca...

...muy cerca...

¿qué hacían afuera?

...

Pero claro, ¡qué tontas! ¡Las escamas! Se estarían secando ya, pobrecitos...