dónde estoy?

No sé bien qué pensaba escribir hoy, sé que se me borró de la memoria. Simplemente... no sé dónde estoy.
Cuando era más chica, tenía todo muy claro. Era del Frente Amplio, era estudiante universitaria y muy feminista.
Es fácil decir todo eso cuando se está encerrada en casa.
No sé como fue exactamente, sólo sé que en algún momento muchas cosas, muchas certezas empezaron a caer. Supongo que le pasa a todo el mundo, es parte de crecer.
Simplemente... desde las cenizas uno se reconstruye (algunos, por lo menos: conozco alguno que no salió), crea nuevas metas, nuevas estrategias, nuevas ideas. Las cosas que pasan te van golpeando y lo que no te mata, te hace más fuerte.
Ahora me doy cuenta de muchos prejuicios que tenía. Pensé que nunca me iba a someter a nadie, que nunca iba a jugar ese papel. Sin embargo, nunca tomé las riendas en mis relaciones. Nunca me pasó nada grave o ultraviolento, pero hice muchas cosas que nada tenían que ver conmigo, dependía de los deseos del Otro.
Pensé que era superimportante que una mina inteligente (de mucha capacidad, como siempre me han dicho mis papis) como yo hiciera una carrera universitaria y de investigación, y ni pensé en el trabajo, en lo que uno hace día a día como parte de una sociedad. Me puse a estudiar Antropología y en vez de estudiar a los hombre estudié a un bicho que se le parecía.
Pensé que las luchas eran siempre grandes, o grandiosas, que los cambios son siempre gigantescos, y que uno es parte haga lo que haga. Ahora creo que lo que uno hace es importante porque los cambios pequeños son más posibles en este mundo donde me tocó vivir, donde el individualismo más salvaje, una especie de autismo generalizado, triunfa.
Tengo ideas nuevas. Las he construido yo. Creo que hay que juntarse con la gente, para hacer cualquier cosa, pero juntarse desde los afectos y no desde las obligaciones. Juntarse para ser en común.
Creo que siempre hay que moverse, pero no histéricamente, tratando de llenar el tiempo; al contrario, llenar el tiempo es algo monótono. Todo se vuelve igual. Me refiero a no dejar que las telarañas nos invadan, mover el pensamiento, mover los sentimientos, pintar de colores la propia vida y la de los demás.
Creo que el trabajo es lo más importante, es lo que te hace parte de una comunidad, por eso mismo es que hay que hacerlo a conciencia y éticamente, tratar de zafar de los trabajos que nos vuelven de piedras, los trabajos rutinarios. En lo posible claro, con los pies en la tierra donde te tocó nacer o estar. Trabajar es todo, trabajar es hacer arte o plantar papas. Si se hace con cierto amor.
Ya no soy militante a muerte del Frente porque me parece que el modelo partidario está bastante agotado; pero guardo a ciertas personas en mi memoria que son parte de la base, de la política más básica de la convivencia, y pienso ayudarlas.
Ya no soy estudiante universitaria porque descubrí que no era para mí, y ya no me provoca ninguna tristeza. Lo que aprendí en la facu no me lo saca nadie. Lo que aprenda de acá en más, tampoco.
Ya no soy tan habladora, tan feminista-radical-de-boca-pa-afuera. Mi feminismo pasa ahora por escuchar y ver qué es lo que funciona tan mal entre nosotros, por conocerme, conocer mi cuerpo y mis deseos y poner mis límites. Por pelear mi lugar en la vida tratando siempre de saber quién soy, aunque no pueda escribirlo o decirlo en voz alta.
No sé qué pensaba escribir hoy; pasan muchas cosas por mi cabeza todos los días, y no todas las atrapo. Pero es lindo escribir.
No sé dónde estoy, no sé qué es este mundo, no sé por dónde empezar a luchar, qué empezar a cambiar, pero lo busco, porque hay demasiadas cosas que andan mal, y no me pasan por el costado.